Cuando hablamos de agricultura orgánica, desde mi punto de vista, existen dos tipos principales que se subdividen en dos ramas. El primero corresponde a la agricultura orgánica de tipo convencional, que se caracteriza por seguir una estructura de producción de cultivos similar a la de la Revolución Verde, con la única diferencia de que en lugar de aplicar productos químicos, se utilizan productos permitidos en la agricultura orgánica. El segundo tipo de producción orgánica es aquella que cumple con los principios de la agroecología. Dentro de estos dos tipos de agricultura, hay dos enfoques básicos: la antigua y la moderna. La agricultura orgánica antigua se basa en tecnologías tradicionales como el compost, mientras que la moderna utiliza técnicas más avanzadas como el bocashi, pero también integrando las tecnologías tradicionales.
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¿Por qué se dice esto? Porque hoy en día, los productores orgánicos a la vanguardia ya no hablan solo de compost como en los años 80, sino que también mencionan el bocashi como una tecnología clave para la producción de cultivos.
Jairo Restrepo es uno de los ingenieros agrónomos considerados el padre de la agricultura orgánica moderna. Es consultor y experto internacional en este tipo de agricultura, y a lo largo de los años ha estudiado y validado el uso de diversas tecnologías que son utilizadas en la actualidad en la agricultura orgánica moderna, como el uso del bocashi, bioles a base de estiércol de vaca, caldos minerales y otros.
Elaboración de ormus en laboratorio
El principio básico de funcionamiento de esta agricultura orgánica moderna es usar tecnologías que estén a favor de la vida. Esto se logra con una buena nutrición del suelo, lo que produce plantas resistentes a muchas plagas y evita la aplicación de productos químicos. Para controlar la aparición de plagas, existen tres pilares básicos. El primero es buscar una planta adaptada a las condiciones agroclimáticas del sector. Posteriormente, se debe lograr una excelente nutrición del suelo. Ambas estrategias sirven para que la planta tenga una excelente nutrición y cree mecanismos de defensa, disminuya su palatabilidad o tenga un efecto repelente para las plagas. Al cumplir con estos dos principios básicos, evitamos la necesidad de aplicar productos controladores de plagas, sean orgánicos o no. Jairo Restrepo ha demostrado que no es la biodiversidad lo más importante para controlar las plagas, sino el hecho de que la planta esté correctamente nutrida y adaptada a las condiciones en las que se está desarrollando.
Un ejemplo de todo esto es la tecnología del bocashi, que básicamente consiste en el aporte de un material precocido para dar alimento a las plantas y microorganismos en el suelo. Además, este bocashi aporta microorganismos de tipo fermentativo, que tienen la particularidad de aumentar la producción de plantas, ya que aportan una gran cantidad y diversidad de minerales y compuestos orgánicos que la planta aprovecha para su crecimiento. Por otro lado, está la tecnología de los bioles anaeróbicos a base de estiércol de vaca, que se pueden aplicar tanto al suelo como de manera foliar a las plantas. Por ejemplo, si se aplican vía foliar, por un lado, hay bacterias como el Bacillus subtilis que matan a los patógenos en las hojas; por otro lado, se genera un efecto repelente a otras plagas foráneas y, por último, se mejora el estado nutricional de las plantas, haciéndolas más resistentes al ataque de plagas.
Producción de bioles en campo Chileno
Existen otras tecnologías, como el ormus, que se obtiene a partir del agua de mar. El agua de mar tiene más de 80 minerales diferentes de la tabla periódica en su composición, pero tiene el problema de que contiene un elevado contenido de cloruro de sodio, que las plantas requieren en muy poca cantidad. Mediante un proceso de reacción con sosa cáustica y lavados recurrentes de esta sal, podemos precipitar más de 72 sales diferentes y obtener una gran cantidad y diversidad de microelementos para su aplicación vía foliar, e incluso potenciarlos con los mismos bioles anaeróbicos mencionados anteriormente.
Estas son solo algunas de las tecnologías que se abordan en este video que expondremos a continuación:
Existen otras tecnologías, como el ormus, que se obtiene a partir del agua de mar. El agua de mar tiene más de 80 minerales diferentes de la tabla periódica en su composición, pero tiene el problema de que contiene un elevado contenido de cloruro de sodio, que las plantas requieren en muy poca cantidad. Mediante un proceso de reacción con sosa cáustica y lavados recurrentes de esta sal, podemos precipitar más de 72 sales diferentes y obtener una gran cantidad y diversidad de microelementos para su aplicación vía foliar, e incluso potenciarlos con los mismos bioles anaeróbicos mencionados anteriormente.
Estas son solo algunas de las tecnologías que se abordan en este video que expondremos a continuación:
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